Publicada en Perfil el 6 de agosto de 2022

La breve visita de Nancy Pelosi a Taiwán generó sorpresa y tensión. Hacía 25 años que la isla no recibía la visita de un funcionario tan importante. Para Beijing esto fue una provocación, e inmediatamente implementó medidas comerciales que tendrán impacto en la economía taiwanesa. Sin embargo, hay que evitar confusiones. Este caso no guarda relación alguna con lo que sucede entre Rusia y Ucrania. El mundo hoy vive el impacto de la guerra, y se apresura a realizar comparaciones equivocadas; probablemente, en Estados Unidos lo sabían, y jugaron esa carta para influir en la opinión pública internacional.

¿Qué hizo China ante la provocación?  Lo primero fue suspender compras de frutas y pescado de Taiwán, y ventas de arena natural hacia la isla. En números, esto no representa mucho dinero, pero son dos medidas quirúrgicas que paralizan a muchas industrias. Más de la mitad de la producción de alimentos en Taiwán está destinada al continente, lo que genera incertidumbre -se dejó de comprar productos frescos, con pronto vencimiento- y la falta de arena afecta a la construcción y la producción de vidrio, metal, cerámica y porcelana. Taiwán necesita cada año 90 millones de toneladas de arena natural, y la falta de ella es un shock para su economía.

Un panorama de conflictos y sanciones comerciales no es nada promisorio para Taiwán. En 2021 la isla le vendió a China continental 250 mil millones de dólares y compró por 80 mil millones, lo que significa un superávit de 170 mil millones para la economía isleña. Un tercio de su comercio. Si hablamos de turismo, durante el gobierno taiwanés de Ma Ying-jeou (2008-2016) la isla se llenó de turistas de China continental, pero desde que llegó Tsai Ing-wen al poder, los hoteles quebraron por la falta de chinos. 

Para Beijing, la economía es política; entrar en confrontación con el gobierno chino no sale gratis, como demostró el caso de Australia. Si hay más sanciones del continente, el desempleo en la isla aumentará enormemente. 

Al mismo tiempo, todos especulan con que el gobierno chino no le hará demasiado daño a la isla. Esa es la principal diferencia con la situación entre Rusia y Ucrania, con la que algunos quieren ver semejanzas: Taiwán no es otro país, es parte de China, y si Beijing aumenta la presión sería como cortarse su propio brazo. 

Por un lado, es cierto que la industria china necesita los chips que produce la Taiwán Semiconductor Manufacturing Co., la empresa estratégica de la isla. Pero además, Beijing nunca va a soltar a Taiwán, aunque pague altos costos por ello, por razones geopolíticas y emocionales. Taiwán es una causa innegociable, en la que el Partido Comunista y La República Popular China se juegan por entero. En cambio, para Estados Unidos es una salvaguarda moral. No va a entrar en una guerra o sacrificar soldados estadounidenses por la isla, pero tiene formalmente una alianza militar con ella y se siente obligado a responder por ella.

Doble mano. En un sentido, para China la cuestión Taiwán es un tema estrictamente interno, y así pretende manejarlo. Pero al mismo tiempo, hay un tema con Estados Unidos, que protege militarmente a la isla. Por eso, para China los Estados Unidos deben dejar de apoyar militarmente a la isla, al igual que Argentina cree que los británicos deben dejar de hacerlo en Malvinas.

Pero una retirada de Estados Unidos de la zona, y una recuperación del gobierno de la isla por parte de China, tendría grandes consecuencias internacionales. Los mayores perdedores serían Japón y Corea del Sur. Japón podría seguir comerciando con Estados Unidos a través del  Pacifico, pero en materia de energía y comercio con el resto del mundo, necesita pasar por el Estrecho de Malaca, informalmente controlado por Estados Unidos. Por allí pasa, también, el 85% del petróleo que importa China del extranjero. Para evitar esa dependencia del Estrecho, China mantiene una buena relación diplomática con Pakistán. De esa forma, la energía importada puede ingresar por la provincia de Xinjiang, situada en el noroeste. Similar es el caso de las buenas relaciones de China con Birmania: las necesita para que no peligre el ingreso de energía importada por la provincia de Yunnan, situada en el sur. La geopolítica china está orientada a evitar que Occidente bloquee su economía; la buena relación con Rusia, entre otros motivos, también sigue esa lógica. Y mal no le está yendo. En cambio, los intentos de aislar económicamente a Rusia sí han fracasado.

De hecho, cabe preguntarse si la provocación de Estados Unidos a China fue una movida sensata. Porque lo único que logra es alejar cada vez más a China de Estados Unidos, y acercarla a Rusia. Si China y Rusia profundizan su alianza, Estados Unidos entra en una situación difícil. El gesto de Nancy Pelosi fue como jugar con fuego. Más aún, si sumamos a India a este cálculo. India se equipa con armas de origen ruso, y Rusia, cuya economía es chica en comparación, mantiene buenas relaciones con ella para equilibrar la amenaza de China. India, además  mantiene conflictos territoriales de larga data con China, tiene una enorme población y mano de obra barata. Hoy India es un amigo de Occidente, pero si algún día fortalece una alianza con Rusia y China, Estados Unidos estaría ante su pesadilla geopolítica.

China, mientras tanto, persigue la paz mundial para garantizar su desarrollo económico y tecnológico. Su pueblo es muy trabajador; cuando en Occidente se discute la semana de cuatro días laborales, en China se sigue trabajando de lunes a lunes, día y noche, con una población orientada al crecimiento y la rentabilidad. En pocos años, será económicamente inalcanzable. Por eso, para Estados Unidos el único camino para evitar la vitalidad económica china es la beligerancia. China necesita más tiempo para tener una  defensa nacional comparable a la estadounidense. Cuando lo logre, no importará si Taiwán es formalmente o no parte de su territorio soberano, porque su control regional será indisputado. 

En resumen: confrontar con China es un camino riesgoso. ¿Y eso cómo afecta a la Argentina? Se suele decir que todo impacta aquí en forma de precios de la energía y los alimentos. Pero hay algo más. El conflicto en Taiwán tiene muchas similitudes con la causa Malvinas. Por eso, la forma en que China resuelva Taiwán puede ser un modelo para Argentina en Malvinas. Porque Taiwán es China y las Malvinas son argentinas.

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